Domingo: nos despedimos del mar. Y cuando llego a la boya una medusa enorme me saluda. Y yo intento saludarla, pero no puedo, y salgo disparada en la otra dirección.
Lunes: como con L. Seguimos buscando puntos. Me siento empanada. El dice que se siente tortellini.
Martes: fluviofelicidad en Azul. Quesos y vinos. Y otra vez ese delantal. Ese delantal negro. Y otra vez tan bien.
Miércoles: pensaba que no, pero sí.
Jueves: acompaño a A. Y nos reímos. Nos reímos mucho.
Viernes: cena full moon en casa. No está full. La moon. Pero está full. Nuestra panda.
Sábado: me voy a la fiesta de M. Celebramos sus 16 en Versalles. Y esta noche celebramos sus 40 en Madrid.
Y después.
Después. Muérdeme. Y luego, lárgate. O mejor, luego, quédate.
Ha empezado la magia. Funciona. Todo funciona. Y busco funcionar en la RAE: 1. intr. Dicho de una persona, de una máquina, etc.: ejecutar las funciones que le son propias.
En el aeropuerto de Chiang Mai me pusieron una etiqueta. No, allí no. Me dijeron cuando me la fui a poner en el pañuelo de rayas azules que llevaba en el cuello. En el pecho, en la camisa. Se tiene que ver bien. Esa etiqueta marca que solo haces tránsito en Bangkok. Se pasa el control de inmigración allí mismo y se embarca por otra puerta diferente. Y la llevé. Y luego la dejé. En el avión de Bangkok a Madrid. Pegada en una revista. Y ahora me la quiero poner otra vez. Una pegatina. O mejor, un tatuaje. Pero sin iniciales. Solo dos palabras: en tránsito. Sí, en el pecho, pegado al corazón.