domingo, 27 de septiembre de 2009

Hoppipolla

Saltar en los charcos. Con botas de goma. O sin botas de goma. Y reírte. Con risa. O sin risa. Y empaparme. Con protección. O sin protección. Y llorarte. Con mar. O sin mar. Y escribirme. Con silencios. O sin silencios. Y caminarte. Con rumbo. O sin rumbo. Y besarme. Contigo o contigo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Canas y caramelos de naranja

Tengo muchas canas. Me gustan las canas, pero no me quedan bien, se me ve el pelo a trozos, partes blancas, partes morenas, partes quemadas por el sol... ¿Y si me dejo todo el pelo blanco? Pero entonces me tendría que teñir todo de blanco, y no, no me gusta. Así que me voy a una de las peluquerías que en los últimos años han tomado las calles de todas las ciudades de España. Parece que entras en una nave de extraterrestres, con esa luz tan blanca, tan fuerte y tan fría y una música altísima y estridente que anula todos los sentidos. No hay nada cálido, todo frío. Hola, tengo un curso a las doce, ¿me da tiempo de teñir y de depilarme? Sí, claro. Mientras te hace efecto el tinte te podemos ir depilando. Qué horror, siempre estas manías de aprovechar el tiempo, pffff, odio esa palabra, aprovechar... 

Uno de los tripulantes de la nave me pone una bata de papel negra y me mete un papel en el bolsillo con mi número, como si fuera una oveja que mandan a esquilar. Y allí mismo  otra chica llena de piercings me dice dónde me tengo que sentar. Sigo sus órdenes obediente y me siento, saco mi libro, e intento abstraerme de la música y de la luz. Qué martirio. Con lo que me gustan los sitios donde te puedes relajar... Pero ¿quién me manda ir allí? Sí, recuerda, pagas la mitad de lo que pagabas en otras peluquerías, sí, la mitad. Es verdad, ya me acuerdo. Bueno, pues a aguantar. Es sólo un rato, cambiar el color de mis queridas canas y ya está. Aguanta. Regresa la chica de los piercings con un bote lleno de un potingue color crema. Y con un pincel me empieza a extender el susodicho potingue color crema por toda la cabeza. ¿Y si inventaran un tinte que no tiñera sólo las canas, sino que también tiñera los pensamientos, de rosa, morado...?  Miro a mi lado, más mujeres cambiándose el color de su pelo. ¿Han existido siempre las peluquerías? ¿Nos hemos teñido siempre el pelo? Me parece increíble, el número de peluquerías, los litros de tinte, las horas invertidas... Una pérdida de tiempo. Si nos quedáramos todos calvos estaríamos muy feos, y no tengo nada contra los calvos, me gustan, pero si hubiera un microondas en casa donde pudiéramos meter la cabeza, poner el programa y salir ya con el color y el peinado que quisiéramos... Sí, eso estaría bien. De todas formas, y sigo pensando en la nave blanca dónde estoy sentada, si hubieran creado el mismo concepto pero con menos luz, con una luz más amable, con una música más tranquila... ¿Cada vez que vengo me pregunto como podéis trabajar todo el día con esta música y esta luz? Le comento a una de las tripulantes. Sí, al principio lo pasas mal pero luego ya te acostumbras... Pero luego ya te acostumbras.... Pero luego ya te acostumbras... Se me queda esta frase dentro, es como una epidemia, contagiosa, muy contagiosa... 

Salgo con el pelo sin canas y con las  piernas sin pelos. Tengo que pasar por el banco antes de ir al curso. Han arreglado la oficina. Ahora es toda naranja. Abro la puerta, y me da la sensación de entrar en una caja de plástico naranja, qué luz tan espantosa. Y que sensación tan extraña, parece que me hayan puesto unas gafas con cristales naranjas, o que sea un caramelo de naranja envuelto en celofán...pfff... ¿Cómo podéis trabajar así? le pregunto a la chica que está en la caja. Sí, los primeros días se nos hacía un poco raro pero luego ya te acostumbras... Pero luego ya te acostumbras... Pero luego ya te acostumbras... 

lunes, 14 de septiembre de 2009

Afirmativas

1.Sí 2.Sí 3.Sí 4.Sí 5.Sí 6.Sí 7.Sí 8.Sí 9.Sí 10.Sí 11.Sí 12.Sí 13. Sí 14.Sí 15.Sí 16.Sí 17.Sí 18.Sí 19.Sí 20.Sí 21.Sí 22.Sí 23.Sí 24.Sí 25.Sí 26.Sí 27.Sí 28.Sí 29.Sí 30.Sí 31.Sí 32.Sí 33.Sí 34.Sí 35.Sí 36.Sí 37.Sí 38.Sí
GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS GRACIAS

domingo, 13 de septiembre de 2009

Negativas


¿Tocas pie?

No

¿Sabes nadar?

No

¿Te ahogas?

No

¿Te ayudo?

No

¿Mueres?

No

¿Quién eres?

Soy tú


martes, 8 de septiembre de 2009

Vida



Bienvenido Inti :)

lunes, 7 de septiembre de 2009

Escamas

Los cuerpos se pelan, las listas comienzan. Listas de propósitos, de intenciones, de nuevo curso. De deberes y de seres... los teneres ya no importan. Siempre en positivo, las palabras tienen fuerza. En hojas de cuaderno, en servilletas de bar, en pantallas, en la piel… da igual... siempre palabras. Palabras en clave que escribimos para recordar. Caligrafías que se repiten, que cambian sus formas, que se hacen más suaves, o más opacas. ¿Adónde van todas esas listas? ¿Y nuestras pieles? ¿Dónde van las células muertas que caen? ¿Se juntarán los átomos míos con los tuyos en algún lugar?

Sigo haciendo listas, me gustan las listas. Normalmente en columna, una palabra debajo de otra. A veces las hago circulares, en forma de mandala, como me enseñó Esen, para aprender a mirar dentro, y establecer prioridades. Prioridad, no me gusta esa palabra, y sin embargo sin ella las palabras se juntarían, se mezclarían, y habría un cortocircuito en nuestras venas.

Sigo rellenando hojas, y siguen saliendo palabras, y espacios en blanco. Y respiro.

Sigo escribiendo, sigo perdiendo piel.

Limpio, vacío, ordeno. Quiero huecos, quiero espacios, quiero vacíos.

Me gustaría desenchufarme. Son demasiados cables, de muchos grosores, de distintos voltajes. No puedo recordar todos. Son demasiadas palabras. La mente ya no quiere recordar más datos, está cansada. 

Olvida todo.

Y olvidó todo... Se desenchufó... Y su piel se erizó.