domingo, 25 de enero de 2009

Mano dura

--Se acabaron las contemplaciones, a partir de ahora mano dura. Y ya está.
--Pero Luis, si sólo tiene catorce años y lo está pasando muy mal. Nos necesita a su lado.
--He dicho que no. Un colegio interno será lo mejor y vale ya de mariconadas y de leches. Estoy hasta los cojones de tanta chorrada y de tantas gaitas.
Marisa no podía dejar de llorar. ¿Cómo pretendía meter a su hijo en un internado?
--Mamá, si me metéis en un sitio interno me mato.
--Hijo mío, no te preocupes, que no, que hablaré con tu padre. Pero tienes que ponerte las pilas y estudiar.
--Me hacen la vida imposible en clase, se ríen de mí – le había dicho varias veces con un hilo de voz.
Marisa se levantaba a los amaneceres cada día con retorcijones ya en el estómago pensando en su hijo. Le despertaba, lo llevaba al colegio y se iba a trabajar. Había hablado con los tutores, con el director del colegio… .Intentaba estar cerca de él pero ya era “mayor” y no conseguía acercarse de verdad.
Con su marido tampoco podía hablar. Estaba muy ocupado. Había creado una empresa enorme, pero estaba siempre fuera de casa. Salía a las siete de la mañana y volvía a las nueve de la noche, cuando no tenía una cena o un viaje.
El colegio era de los mejorcitos que había. Se habían matado a trabajar para poder pagarlo, pero nadie allí parecía conocer a su hijo. Sí, siempre había sido un poco distinto al resto de los niños. Nunca le habían gustado los juegos bruscos, ni hablar a gritos, ni ser chicazo. Era un poco diferente porque iba mejor vestido, era calmado e introvertido. Pero todos somos distintos ¿no?
Y Marisa seguía con esa angustia en el estómago que no le dejaba respirar, seguía sonriendo a su hijo, intentando calmar a su marido y perdida en sus pensamientos. ¿Y si se separaba? Sí , probablemente sería lo mejor. Su hijo se lo había dicho una vez, Mamá, sepárate y me llevas contigo. No quiero ir interno a ningún sitio. Por favor, Mamá.
Tenía que quedar con sus amigas. Hacía tiempo que no podía ver a ninguna. Estaban todas tan liadas últimamente...
¿Y si iba a un psicólogo? Sí, eso iba a hacer. Se lo dijo a su marido y se puso hecho una furia: ni hablar. Lo que nos faltaba ya. Un gilipollas de esos que te pasan la visa por escucharte y decirte cuatro chorradas, ni hablar.
Pero, por Dios, cómo se había podido enamorar de ese hombre. Ya no le podía reconocer.
Una mañana Marisa se despertó con un dolor muy agudo en el pecho. No puedo respirar. Su marido no estaba, se había ido ya a trabajar. Su hijo dormía y tampoco le oyó. No puedo respirar. No puedo respirar. No puedo respirar…

3 comentarios:

Doberka dijo...

Creo que se trata de una epidemia. Y lo peor es que puede empeorar. Un corazón de acero, eso es lo que necesitamos las madres de ahora o mejor aún, un sacacorchos, porque eso es lo que tienen algunos padres en la cabeza y en el corazón. Besos. Loli

PHAROS dijo...

los hijos tarea dificil

Paloma Sainz dijo...

Pues sí. Sí q lo es. Lo que tenemos q hacer es estar más cerca unos de otros, pero de verdad. Y todos. Padres e hijos. Parejas. Amigos. Qué haya comunicación desde nuestro interior.
Hace poco leí La ciencia y la vida de Valentín Fuster y Jose Luis Sampedro y hablan sobre esto, sobre la comunicación y la importancia de que sea verdadera y no sea sólo ruido, hablar del vecino, o de fútbol, o de la última serie de la tele... o de las rebajas de Zara, sino de nosotros mismos, de nuestros sueños, de nuestras dudas y nuestros miedos, de todo. Estar cerca, pero cerca de verdad.