lunes, 18 de mayo de 2009

Destino

He vuelto al pequeño hotel de Chennai. He estado cenando en la terraza, en la misma mesa donde nos conocimos. No he podido tomar una Kingfisher, el Gobierno indio había prohibido el alcohol por las elecciones, y me he tomado un zumo natural de sandía. Intentaba estar presente, en la cena, en el tandoori chicken y  en los naan breads, pero mi mente te recordaba cada instante. Y mi cuerpo, y mi piel. He dormido en la misma cama donde dormimos abrazados aquella noche. Me he duchado en el baño de las cortinas horribles con fotos de palmeras. Y he abierto y cerrado esa puerta, la de la habitación 320, tocando la madera, pensando que de alguna forma había algo de ti en ella. Esa puerta donde nos abrazamos por última vez, donde nos despedimos, donde nos separamos. Tú tenías tu vida en Sudáfrica, yo tenía la mía en España. Sabíamos que si íbamos más allá, o volvíamos a contactar, nuestras vidas podrían desequilibrarse. Y me pregunto si serás feliz. Yo me separé poco tiempo después...

Una vez más esta carta se quedará en mi cuaderno, y no te la mandaré, ni te escribiré ningún e-mail, ni te llamaré, ni te mandaré ningún mensaje. Pero pediré al universo que nos vuelva a juntar en algún lugar con olor a mar.

2 comentarios:

wallander dijo...

Paloma, preciosa, vuelas demasiado alto y te alejas mucho. Cuando vuelves estás ya muy, pero que muy lejos.
Tras un recuerdo muy dulce y muy, muy tiernos urge un grito casi desgarrador... Acaricias el recuerdo con sumo cariño y ternura sin igual. Con mimo envidiable, cual terciopelo o tul de presencia e ilusión. ¿Así eres tú? Desde luego, no lo dudo. Un beso

PHAROS dijo...

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