viernes, 10 de septiembre de 2010

Contigo


Sigo haciendo kilómetros ¿Cuántos? No lo sé. Ya he perdido la cuenta. Para qué llevar cuentas. No quiero cuentas. Te quiero a ti.


He nadado por carreteras. A braza, no sé nadar de otra forma. Abriendo y sintiendo cada piedra del camino. ¿Cómo son tus kilómetros? ¿y tus milímetros?


Paseé sobre Fede, con mis muslos desnudos sobre su lomo, al paso, en una danza lenta y suave, mientras se ponía el sol. Y tú ibas detrás. Cuidándonos.


Unos mensajes que no tenían que llegar no llegaron.


Bernard cocinó berenjenas a la plancha con una salsa blanca hecha de cilantro, zumo de limón, sal, pimienta y yogur. La berenjena se deshacía en la boca. Y bebíamos vino blanco.


Florence puso la canción de la jaula en el pecho mientras leía la letra en su cuaderno del camino. En aquella habitación, llena de luz y de plumas, en la que ella escribía.


Un librero nos enseñó sus tesoros más íntimos. Tocamos aquellos pergaminos y deslizamos las yemas de nuestros dedos por rutas que ya no existen, por palabras que todavía viven. Y sentimos formar parte de otro tiempo.


Concha me acogió a la vuelta. Y vi a mi abuela en ella. Y detrás, a una virgen enorme que nos miraba, llena de colores. Sonreía, nos abrazaba. Y brindábamos por la vida, con cava y gin tonics.


Sigo haciendo kilómetros. ¿Cuántos? No importa. Te sigo. Estoy. Contigo. Y ahora vienes. Tú. Conmigo.

1 comentario:

PHAROS dijo...

Has conseguido en contigo que el lector forma parte de tu vida.No es como los libros normales que lees y esperas que te cuenten algo, aquí eres parte de un historia besos