martes, 31 de marzo de 2009

Rompiendo moldes

Siete y media, despertador. Ducha y desayuno.
A las ocho cuarenta salgo de casa y me encuentro con el Mazda negro, con la furgoneta de Aspace que viene a recoger a un niño, y con el portero.
A las nueve dejo a los niños en el colegio, y me cruzo con el coche de María que llega siempre un poco antes y con el autobús número siete que llega siempre a la vez.
A las nueve y cuarto me tomo un café en el bar de la esquina, leo los titulares del Heraldo y del País. La camarera, Isa, me pone como cada mañana sin ni siquiera preguntar, un café con leche. Entra la mujer de los tacones altos y melena morena y lisa, con sus gafas de sol y su bolso de marca. Detrás entran los cuatro médicos que trabajan en el ambulatorio de al lado y que miran siempre de arriba a abajo a la de los tacones. Mientras, la de las gafas que parece que no se haya peinado en su vida, ni se haya molestado en probar a llevar otro jersey que no sea ese azul clarito de cachemire de abuela, tiene perdida la mirada en la ventana.
A las nueve cuarenta entro en la oficina. Buenos días a los de siempre. De nueve cuarenta a tres y media me quedo pegada a mi ordenador, trabajando delante de la pantalla, o moviendo archivos, o recibiendo y mandando mails, pero siempre con mi mirada fija en la pantalla, no puede ser de otra forma. Sólo me está permitido dejar de mirarla cuando hago alguna excursión al baño o a para sacar el café de las once y cuarto.
A las tres y media salgo y me voy a comer a casa. Paso a comprar el pan por Panishop. No me preguntan, Juana me da una baguette directamente, como cada día.
A las cuatro viene mi marido. Comemos. Y él se vuelve a trabajar y yo me voy a buscar a los niños.
A las cinco y media los recojo. Me encuentro con Cristina, con Eva y con Begoña, como cada día.
A las seis y cuarto llegamos a casa. Deberes, baños, cenas.
A las nueve acuesto a los niños y me pongo a recoger la cocina.
A las diez estoy agotada. Mi marido está también agotado y ni siquiera se ha dado cuenta de que me he teñido el pelo como la morena de los tacones altos.
Me voy a dormir a las diez y media. Y leo, y me duermo, y sueño. Sueño en una vida sin horarios, en la que cada día es diferente, es una sorpresa. Y me siento viva.
Me despierto a las seis de la mañana. ¿Sabes qué te digo? que se acabó. Y me levanto y me voy a correr. Vuelvo, me ducho, y preparo los desayunos con forma de corazones para los niños, y cantamos una canción, y nos vamos a las ocho y media y entramos al cole tranquilamente y nos cruzamos con el autobús número uno, y vemos rostros desconocidos. Y me voy a tomar el café al bar y le digo a Isa que no, que me ponga un té y un croissant, y veo otras caras, y voy a la oficina a las nueve y media y a mitad de mañana me voy a dar un paseo y a tomarme una infusión, y trabajo, me cunde, no muevo sólo papeles de un lado a otro. Sonrío. Y me voy del trabajo y voy a Panishop y cuando me da la baguette le digo que no, que me de uno de cereales, que a partir de ahora voy a probar otros panes. Y llega mi marido a casa, y me río, y le digo que se fije en mi pelo, y que si no lo ve, que venga a la cama, que al lado de la ventana se ve mucho mejor con la luz, y hacemos el amor como hacía tiempo que no lo hacíamos. Y no me da tiempo de comer pero me da igual. Y recojo a los niños antes y se ríen, ¿Mamá qué te pasa hoy? y me río con ellos, y juego con ellos porque lo siento así, y porque me apetece, no porque tengo la obligación como madre de hacerlo. Y bailamos, y hacemos una cena italiana y jugamos a ser cada uno un personaje. Les acostamos, están felices. Yo también. Mi marido sonríe. ¿Sabes qué te digo? que a la mierda con la rutina. Quiero esto para el resto de mi vida. Romper, romper y romper, salir del molde, y crear nuevas situaciones, y buscar nuevas sensaciones, y huir del manto protector de la rutina. Es falsa, está muerta.

6 comentarios:

PHAROS dijo...

SI PALOMA, CONTRA LA RUTINA PERO PARA VENCERLA LO QUE HAY QUE HACER QUE CADA DIA SEA DIFERENTE AUNQUE SE LA MISMA RUTINA

UN DIA CAMBIAS EL TRAYECTO DEL COCHE, O TE LEVANTAS PRONTO Y SI PUEDES PASEA CON TUS HIJOS, CAMBIO RENOVACION LIBERTAD PERO NOSOTROS TENEMOS LA CULPA DE ADMITIR ESTA MALDITA RUTINA POR NOS ACOPLAMOS PORQUE NO CREAMOS PEQUEÑAS LICENCIAS NO ES NECESARIO IRSE A DONDE SEA ESAS CHIQUITINAS UN BAÑO CUANDO LAS NIÑAS ESTAN DORMIDAS
ETC
ERC
ETC

Anónimo dijo...

Oh tía, qué horas de comentar la entrada, pero ¡vaya entrada! Tu texto es perfecto. Olé Paloma, olé.

Paloma Sainz dijo...

:)) con mejillas sonrojadas.
Gracias darlings. Mil bss

wallander dijo...

Hay Paloma, contra la rutina anhelas no tener horarios. Cuando lo consigas, también entonces, tal vez, añores la rutina del reloj. Saber qué hacer en cada momento o qué cosas debo hacer, y será casi siempre, de una manera u otra, rutina incluso la de no tener obligaciones programadas.
Yo a veces añoro unas obligaciones para evitar crearme o que me creen otras.Y tengo los horarios comprometidos... Un beso

Paloma Sainz dijo...

Costumbre inveterada, hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y sin razonarlas. Definición de rutina en la RAE. Todos necesitamos cierta rutina para vivir, vamos por ciclos, cuando somos jóvenes, cuando tenemos niños pequeños, cuando nos jubilamos, cuando estamos enamorados... Todo va cambiando. Pero el escrito va más contra el aburrimiento y contra el no razonar, contra el hacer las cosas porque sí, sin tan siquiera plantear un pequeño cambio, porque no da tiempo ni de pensarlo. Meditemos, cambiemos, arriesguemos, y huyamos del aburrimiento. Arriba la imaginación!
Gracias y besos.
Te queda muy bien la barba guapo :))

anhelo.graphicdesign dijo...

para mi el aceptar la rutina es aceptar la derrota.
Pero lo importante... un texto precioso, y como dice pascual perfecto, da gusto leer cosas asi.
Asi k ale, ale a escribir se ha dicho.
besos guapa