lunes, 5 de julio de 2010

Plumas y gorriones


El sábado me dijo, toma, te he traído un regalo. Y me tendió una pluma enorme, preciosa, que había encontrado por el camino. Para que puedas hacer tus alas y encontrar la libertad.

El domingo la encontré.

Y hoy lunes he regresado de ese destello, conduciendo entre montañas, con lágrimas de alegría y de nostalgia.

De camino a la oficina he parado a tomar un café en el aeropuerto. Estaba vacío. En el bar sólo había una chica sentada con un libro. La luz entraba salvaje a través de las paredes de vidrio. Se veía el cielo, se veía todo, pero estaba encerrada entre cristales y vigas. Estaba pensando en eso, cuando he visto un gorrión revoloteando de mesa en mesa. Pobrecito, aquí encerrado, le he dicho al camarero. Y, sonriendo, me ha contestado, no, que va, entran y salen cuando quieren por unos agujeros. Ah. Y he sonreído al gorrión. Y él me ha guiñado un ojo.

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